Pocas
cosas más inútiles ha inventado el hombre blanco que el 060. No lo
había usado hasta ahora y espero no tener que hacerlo en el futuro. Se
trata de un número para conseguir citas previas en la administración. El
número adolece de todos los defectos capaces de llenar un monólogo:
habla un micrófono que nunca te entiende; como son varias las voces que
intervienen pero se enlazan con lentitud, interrumpes su letanía con
frecuencia y eso te manda a la casilla de salida media docena de veces;
en cierto momento a la voz le da una parálisis y empieza a hablar con
interrupciones hasta que, simplemente, deja de hablar; le siguen unos
minutos de incertidumbre en los que te niegas a abandonar para no
empezar de nuevo pero, a la vez, que temes que llegue la hora de salir
del trabajo y no se haya reparado la máquina… Por fin, se pone un humano
y entonces todo funciona mejor, aunque también entonces te preguntas
qué sentido tiene hacerte perder los siete u ocho minutos anteriores. La
voz humana vuelve a repetirte las mismas preguntas que te ha hecho la
máquina y te reafirmas en todas tus dudas anteriores hasta que el
interrogatorio alcanza límites que no comprendes: por ejemplo, quieres
hacer la transferencia de un vehículo y te pregunta la matrícula: ¡qué
más dará!, exclamas, puesto que cuando vayas al mostrador es seguro que
el funcionario no va a tener preparados los papeles, sino que tendrás
que escribirlo tú de nuevo. Y, como no te sabes la matrícula, resulta
que es imposible acabar con el trámite y te cuelgan sin razones ni
contemplaciones y todo empieza de nuevo otro día, cuando se te ha pasado
la mala leche. Y el siguiente día, cuando ya te sabes la matrícula, te
sometes a la misma tortura de la máquina parlante, máquina afónica,
máquina estropeada, voz humana con exceso de curiosidad y, por fin, te
dan hora para treinta días más tarde, y entonces calculas y estimas que
en ese tiempo, suponiendo que cada trámite lleve quince minutos, en tu
pequeña ciudad, capital de una provincia despoblada, se harán no menos
quinientas o seiscientas transferencias de vehículos.
Mentira, claro. Y deduces que el 060, que a lo mejor es muy valioso en
algunos lugares y para según qué trámites, en otros es un invento
inútil para todos los ciudadanos menos para los que regentan gestorías, y
no es que quieras sospechar de nada ni de nadie, pero, hay que joderse,
dices, qué cosa tan inútil es el 060.
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