lunes, 21 de marzo de 2016

La prosodia

Me pregunto si Pablo Iglesias da clases de dicción a los suyos o si la admiración por el líder es tan grande que todos imitan su entonación y su ritmo de voz. Me inclino por lo primero. Si se tratase de lo segundo, sería descorazonador constatar que todos detrás de Pablo son segunda línea y que andan con el seso abducido por la personalidad del número uno. Debe de tratarse de lo primero, y en ese caso estamos ante una operación de mercadotecnia innovadora. He hecho el experimento de oír los programas de política sin escucharlos (lo cual aparentemente no tiene mucho mérito) con el propósito de averiguar si soy capaz de reconocer a algún dirigente de Podemos solo por su particular forma de hablar, sin considerar para nada lo que digan, y he informar que sí, que he acertado en todos los casos. 

Considerando que tengo un oído como una puerta, según suele describirse a quien es incapaz de entonar Cumpleaños Feliz sin ofender a quien los cumple, puedo asegurar que mientras se prepara la comida, se pone la radio en el coche, se prohíbe a los niños llegar tarde a casa y se hacen, en fin, las cosas cotidianas de cada familia, el sonsonete de los de Podemos se mete en la cabeza de los oyentes con una contumacia notable. Esa manera de..., de interrumpir la frase para engancharla de nuevo con..., con la idea siguiente es una manera exclusiva de..., de la formación morada, y termina por meterse en..., en las neuronas del personal como si fuera la canción del verano. 

Ahora que, a la misma velocidad de vértigo con la que subió, el partido está empezando a tener todos los problemas de cualquier partido, queda por ver si la disidencia se caracterizará por hablar de otra manera o si la rebeldía no ha llegado a la prosodia, en cuyo caso creo poder asegurar que Iglesias seguirá siendo el líder indiscutible.

N.B.: Si Pablo lee esto, vigilaría de cerca a Bescansa, que me parece que habla todo seguido.

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