sábado, 4 de abril de 2020

Día vigésimo primero

Por lo que leo, la duda ya no es si China va a sustituir a Estados Unidos como primera potencia mundial después del apocalipsis, sino si, como ahora hacemos con el american way of life, también adoptaremos el estilo de vida oriental y, secundariamente, si lo haremos empujados por las recomendaciones siempre prescindibles de Simón El Tranquilo o de grado, tal como hemos ido adoptando las hamburguesas, el pollo frito, la teletienda o el espanglish en el que estamos convirtiendo nuestro idioma. Preveo el ocaso de Apple (ahora que tengo un iphone pequeñito) y que sea la posesión de un Huaweii lo que dé un toque de distinción, la sustitución de los vaqueros por las camisolas hasta las rodillas y de las películas en las que siempre gana Bruce Willis por aquellas en las que ganan los nietos de Bruce Lee.

        La verdad es que al mundo del siglo pasado le costó más de veinte millones de muertos y una guerra de cuatro años que Gran Bretaña doblara la cerviz ante Estados Unidos y pongamos tres veces más muertos y dos años más de guerra que Alemania admitiese que el amo habría de seguir siéndolo. En comparación con esas cifras, nuestro apocalipsis será mucho más modesto, salvo que la vacuna se demore mucho más de lo razonable. Esta vez, al mundo le saldrá más barato el cambio de conductor.

       En cuanto a nosotros, bueno…, es verdad que nos encanta dar la nota hablando espanglish, pero cuando hablemos espanchinis estoy seguro de que seguiremos prefiriendo una tortilla de patatas poco hecha a un rollito de primavera y la paella al arroz tres delicias, lo que garantizará la conservación de nuestras esencias hasta el próximo revolcón que dé esto.

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