jueves, 20 de enero de 2011

Lengua y argot

Publicada el 14 de enero de 2011 en El Día de Cuenca y otros, supongo.



DLa diferencia entre una lengua y un argot es que para manejar aquella no hace falta pertenecer a ningún club. Conozco a muchas personas que se entienden en Inglés con otras, incluso siendo inglesas estas otras, mientras que no conozco a nadie capaz de desentrañar un informe jurídico sin ser abogado. El otro día me pasaron uno y después de unos minutos le di la vuelta a la hoja por si acaso estaba leyéndola del revés. Pero tenía que ser que no porque tampoco entendía nada. Lo curioso era que yo conocía el significado de todas las palabras tomadas una a una, pero el redactor las había unido de tal manera que era imposible comprender el sentido de todas ellas juntas. El asunto me pareció primero mágico y luego la maniobra astuta de una secta dispuesta a hacernos sentir imbéciles y a sacarnos los cuartos para demostrárnoslo. Recordé entonces, sin alivio pero comprendiéndolo todo, que la sociología dice que un currelo llega a profesión cuando ha generado un lenguaje que no entiende ni Dios. Hablando de lo cual se me ocurre otro ejemplo. Ayer mismo recordé que Juan Pablo II había decidido que el purgatorio no existía, lo que me había quitado, a mis cuarenta y tantos, el miedo de mis cinco y tantos, cuando la religión era el fuego y el rechinar de dientes. Pero ahora Benedicto XVI va y dice que el purgatorio es «el camino hacia la plenitud a través de la purificación completa». Las palabras las entiendo pero no qué es lo que quieren decir. Así que no sé si llamar a un abogado para que me defienda de los curas o hacerme cura para no tener nada que saber de los abogados.






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