jueves, 15 de agosto de 2013

Escarnio

    Para comprender de qué se ríe la pandilla de jóvenes que se ve en segundo plano en esta fotografía de Dani Duch publicada en lavanguardia.com hay que leer el pie de foto. En él, el periodista, que dispone de la secuencia completa de los hechos, dice que del anciano que se ve de perfil. Que los jóvenes se ríen del anciano. 
    ¡Ah, la juventud! Siempre tan irreverente, tan llena de vida que no puede dejar de mostrarse displicente con la ancianidad, de natural torpe de movimientos, lenta de reflejos. ¿Quién no ha asistido alguna vez a una conversación en la que el abuelo de la familia ha sido objeto de una burla cariñosa por un despiste o por su empeño en contar una vez más lo que ha contado mil veces antes?
    Pero los de la foto no son el abuelo y sus nietos y lo que vemos no es una broma cariñosa sino un corro de chavales arrogantes descojonados de risa porque un anciano se queja de que le han robado. El anciano, desesperado, pide a quien cree que puede y de la manera que él puede, que le ayude a recuperar su dinero porque quien se lo ha robado no ha sido un ratero, un yonqui o un inmigrado hambriento, sino el director de una oficina bancaria al que el gobierno amparó en su día permitiendo esta estafa institucionalizada.
    Si ese anciano pudiese, se quejaría ante Rubalcaba o Manuel Azaña, si cualquiera de ellos se bajase del coche oficial. Ese anciano se queja ante el poder porque entiende que, por serlo, puede deshacer la injusticia, puede comprender que el dinero que acaso necesite para pagarse una residencia o para dárselo a sus nietos y sentirse orgulloso de ayudarles a abrirse camino, ese dinero se lo ha quedado alguien sin su permiso y él cree que el poder puede hacer que le sea devuelto.
    Los jóvenes que están en segundo plano no han pensado en esto porque si lo hubieran hecho no estarían perpetrando un escarnio de esa naturraleza. Sus aplausos, sus risas, sus mofas, son el mismo «que se jodan» que la diputada Fabra dedicó a los parados. Todos sabemos que el aparato de los partidos políticos difunde entre sus bases los argumentarios que tienen que defender ante los temas que van surgiendo. Quizás la burla al oprimido, al desahuciado, al jodido, forma parte de ese argumentario.
    No hablo por hablar. Esos jóvenes no están ahí por casualidad. No viven en Madrid. Cospedal los ha llevado consigo desde su taifa para que la jaleen y para que sus aplausos mitiguen las voces en contra que espera. No sé qué recibirán a cambio estos palmeros un poco idiotas que no saben por qué aplauden ni por qué escarnecen, aunque lo mismo ese que es alcalde (no es un decir; uno es alcalde) está defendiendo con su estulticia los intereses de su pueblo mejor que si hiciera cosas menos indignas. Espero, en todo caso, que cuando crezcan y se vean, se avergüencen, ya que hoy, seguro, están satisfechos de estar en la cresta de la ola: han obedecido a su jefa y han salido en el periódico.

1 comentario:

  1. El que aparece a la derecha del anciano es el alcalde de las Valeras, designado a dedo por el jefe provincial tras la dimisión del anterior.
    No es un valeroso, lo que queda patente en la imagen.

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