lunes, 1 de septiembre de 2014

Un espectáculo fascinante

     Las últimas encuestas dicen que Podemos está a punto de comerse por los pies al PSOE después de triturar a Izquierda Unida. Los que aseguraban que el «efecto Pedro Sánchez» acercaban al PSOE a empatar con el PP habrán de rectificar el pronóstico. 
     Estamos ante un espectáculo fascinante. Si se mantiene la tendencia, no será Pedro Sánchez el que habrá de negociar con Pablo Iglesias la presidencia del gobierno sino al contrario. O sea, el PSOE tendrá que poner sus escaños al servicio de Podemos y no al contrario. Eso, si es que Pablo Iglesias no se convierte en el debelador del partido creado por alguien que se llamaba como él hace más de cien años y se alza con la mayoría de todas las mayorías.
     Habrá que verlo.
     Por mucho que desprecien al nuevo partido, los tradicionales están dando pasos en la dirección que marca Iglesias. De pronto, Gallardón propone suprimir uno de los privilegios de la clase/casta política, y Pedro Sánchez habla de una suerte de oposiciones a instituciones que hoy están en manos del juego político. Ninguna de esas propuestas habrían sido posibles sin el ascenso de Podemos y tengo para mí que de aquí a las elecciones escucharemos otras muchas que tratarán de quitar espacio a Podemos. 
     Tendremos que ver si la ciudadanía se cree la sinceridad de estas ideas o si las considera solamente una trampa para bobos. A finales del siglo XIX los monárquicos más avispados vieron la necesidad de hacerse liberales y renunciar al absolutismo para seguir gobernando las sociedades. Eso es lo que Lampedusa describía con la frase «hacer que todo cambie para que todo siga igual», y eso es lo que los ciudadanos habrán de evaluar cuando arrecie la lluvia de promesas electorales anti-Podemos. 
     De momento, hay millones de españoles atrapados en enormes problemas microeconómicos que no están dispuestos a entregarse a la melodía amable de las cifras macroeconómicas. Estamos jodidos, dicen, digan las estadísiticas lo que digan, y no nos sirven los viejos modelos para sacarnos de aquí. Izquierda Unida sigue sonando a estalinismo inoperante y el discurso de Pedro Sánchez está tan vacío como el de sus antecesores. El peso de la institución se ha apoderado de él de inmediato. Diríase que piensa que seguir siendo un buen chico es el mejor camino para llegar a la presidencia del gobierno, pero quizás no haya considerado que muchos españoles no quieren que el presidente sea un buen chico, sino alguien que esté de su lado, y no del lado de los de siempre.

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