jueves, 26 de febrero de 2009

Cadena perpetua

Publicada el 27 de febrero de 2009 en El Día de Cuenca y otros, supongo.

H
a cogido Zapatero la costumbre de recibir a los padres de las jóvenes
asesinadas en España. Sin duda es un gesto que le honra, como le
honraría recibir con la misma presteza a los timados por los tiburones
de las finanzas, los deudos de las asesinadas por los maridos, de los
atropellados por conductores borrachos y de los muertos por disparo de
cazador siendo las víctimas cazadores también. Lo que pasa es que
entonces Zapatero no trabajaría en otra cosa, suponiendo que esto que
describo sea un trabajo. Comprendo que en esta democracia del siglo
veintiuno en la que la principal tarea de los ministros es conceder
entrevistas exclusivas a todo el mundo, transmitir la idea de que el
presidente está cerca del ciudadano es imprescindible, por más que sea
falsa de necesidad. Pero recibir a alguien que te va a pedir el cielo
(o mejor, el infierno) sabiendo que te lo va a pedir sirve para que
puedan albergarse esperanzas de que a la petición le seguriá la
concesión. En el caso que nos ocupa, el de la cadena perpetua para los
asesinos de chicas jóvenes, ni siquiera consigo comprender la razón
por la que un asesinato deba ser considerado de forma diferente a
otro. Quizás alguien piense en aplicar una proporcionalidad directa
entre la pena infligida al delincuente y la esperanza de vida de la
víctima, pero eso sería mezclar el Derecho con la Geografía, algo que
seguramente no tendrá precedentes, pies ni cabeza. Pero, además, la
medida es completamente inútil porque condenar a este asesino a cadena
perpetua no impedirá que cualquier otra joven sea asesinada cualquier
día de estos. Otra cosa es que el código penal deba regirse por el
principio de venganza, que no lo sé. Pero eso es, como digo, otra
cosa.





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