jueves, 12 de mayo de 2011

Carboneros















Publicada el 13 de mayo de 2011 en El Día de Cuenca y otros, supongo.

El carbonero es un pájaro más pequeño que el gorrión, amarillo en la pechuga, blanco en las mejillas y negro en una especie de bandana que luce en la cabeza. Una pareja de ellos ha anidado en mi casa. Casi en el salón. O sea, que casi vemos juntos a Montañez y Wyoming por las noches. Convertido en un joaquinaraujo de pacotilla, mi afición preferida en estos días es observarlos. Cada cinco minutos vienen volando (cómo si no), generalmente con un gusano en el pico. Es un gusano sano (perdón), rozagante, verde, que se retuerce sin desesperanza y que el carbonero cuida para que entre vivo en la garganta de alguna cría que imagino yo más estrecha que la oronda presa. No sé de dónde sacan tantos gusanos ni tan verdes pero diríase que hay en la esquina una tienda donde los venden. Puede pensarse que si se han acercado tanto a mí es que no me tienen miedo. Pero no es verdad. De hecho, he descubierto su presencia porque cuando visitan el nido y estoy cerca emprenden pequeñas huidas que han terminado por llamar mi atención. Si no me temiesen y saliesen y entrasen del nido a su velocidad de crucero habitual jamás habría reparado en ellos, mientras que con su actitud precavida si me gustasen más fritos que libres haría dias que me habría fabricado un aperitivo con ellos. Es cierto que por la boca del nido no cabe el gato de la vecina ni volviendo al tamaño que tenía en el útero materno pero jugársela como se la están jugando con un humano dice bien poco acerca de la sabiduría de la naturaleza. Tendré que escribir un tratado sobre estas cosas. Por no hablar de política, ya sabe.




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