jueves, 2 de junio de 2011

No va a entrar

Publicada el 3 de junio de 2011 en El Día de Cuenca y otros, supongo.
No va a entrar. Esa fue la frase que dijimos a la vez dos obreros de mono arremangado, un camionero, un viajante de comercio (¿existe todavía este trabajo?), alguien más que no recuerdo, una camarera y yo mismo, representante único del sector de los turistas, el otro día mientras comíamos unos filetes de ternera en un bar de carretera. La frase la dijimos a propósito de la pena de cárcel que podría suponerle a Ortega Cano haber extendido su oficio de matador a la especie humana: entre uno y cuatro años, decía la periodista. Cuando pasó la noticia y nos convertimos en contertulios como los de cualquier radio todos estuvimos de acuerdo, además, en que el matador se libraría de la cárcel no por viejo sino por importante. La inmediata es razonar por qué es importante este presunto homicida y, sobre todo, y puesto que esta primera pregunta no parece tener respuesta, por qué los ciudadanos de cualquier clase y condición están de acuerdo en considerar que la justicia es más justa con unos que con otros. Las lumbreras del siglo XVIII hicieron lo posible para que en las sociedades hubiera un solo código, ya que antes había unas leyes para los nobles y otras para todos los demás. En el siglo XXI ya nadie se plantea que las cosas puedan ser de otro modo, pero se echa de menos una nueva generación de lumbreras que nos enseñe a conseguir que Farruquito u Ortega Cano, por poner dos ejemplos, no se parezcan a los antiguos marqueses de Rochefort, también por poner otro ejemplo.


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