jueves, 24 de mayo de 2012

Carta desde Varsovia

Publicada el 18 de mayo de 2012 en El Día de Castilla-La Mancha.

Se comenta por Varsovia que el año pasado se suprimió la comida de los comedores escolares porque no quedaba dinero en el monedero público. A la vez, se construye un campo de fútbol cuyo mantenimiento anual pagará ese mismo monedero y cuyo importe será casi tres veces la factura del catering de los chiquillos. La recaudación de las entradas del inminente campeonato europeo de balompié, que justifica este dispendio, irá enterito a la UEFA, de manera que el único ingreso que le quedará a los polacos será el del turismo que puedan atraer durante ese mes. En algunas regiones de Ucrania la pobreza solo es comparable a la de la posguerra del 45. Dicen. No sé si estos gobiernos juegan con el fútbol como usted y yo con la primitiva de los jueves o es, otra vez más, la política del pan y circo. Diríamos que es lo segundo si atendemos a que Putin pagará del bolsillo de los rusos el vuelo de muchos miles de ellos hasta Varsovia porque el día del Polonia-Rusia es la fiesta nacional de su imperio. Es cuestión de (poco) tiempo que los países de la periferia nos quedemos fuera del euro, en nuestro caso a pesar de la inconmensurable confianza que los grandes siguen teniendo en Rajoy (nosotros, por cierto, cada vez menos). El salario mínimo en Bulgaria es de ciento diez euros, de doscientos en Liuania y Rumanía y trescientos en Eslovaquia. Europa lleva camino de convertirse en una legión de desheredados. Estamos muy, pero que muy cerca de Africa. Por la pobreza de muchísimos, la extrema riqueza de unos pocos y por un sistema injusto que cada día encontramos más injustificable. Los ciudadanos europeos, presas del miedo, gustosos del circo, amantes de las fronteras y anulados por unas instituciones al servicio de banqueros y especuladores, tendrían que recuperar el espíritu revolucionario de otras veces y acabar con todo eso. En las redes sociales empieza a hablarse de una manifestación global, un día en el que todos salgamos a la calle, cada uno a la Puerta del Sol que tenga más cerca, para que los gobernantes vean que somos millones los que les exigimos que cambien esto porque si no tendremos que cambiarlo nosotros.


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