jueves, 14 de junio de 2012

El camino inverso

Publicada el 15 de junio de 2012 en El Día de Castilla-La Mancha.

En 2004, año vacas gordas, toda la banca, excluido el Santander, ganó 6000 millones de euros. Quiere esto decir que los bancos malos ganaron, todos juntos, pongamos 3000 millones. Y a estos bancos, en los que hoy nadie domiciliaría su nómina, les van a dar 100.000. ¿Cuánto tardarán en generar ese dinero más los intereses, que no serán menores del 4%? La respuesta más probable parece nunca. Mientras se cumple ese plazo, los ciudadanos tendremos que pechar con los intereses: unos ochenta euros por persona y año. Después (no será después de nunca sino cuando ya se nos haya olvidado esto de ahora), tendremos que pagar también el principal, los cien mil, a razón de dos mil euros por persona. Si a cada español que lo pidiese le diesen ahora dos mil euros al 4%. O si se lo diesen solamente a cada parado. O a cada parado que presentase un plan de autoempleo, la economía real crecería y el dinero llegaría a los bancos, que es lo que se pretende, pero por el camino contrario. Los economistas dicen que, con lo del otro día, el crédito todavía tardará en llegar un par de años, de forma que el paro espera a otro millón largo de españoles. Si el dinero recorriese el camino inverso, el que propongo, los bancos se recapitalizarían un poco más tarde (aunque mucho antes de esos dos años) y las empresas empezarían antes a ganar dinero. O sea, habríamos ganado tiempo y felicidad. Lo que pasa es que en lugar de ser los ciudadanos los que fuésemos detrás de los bancos, sería al revés. Y eso no está bien visto. Y algunos bancos se hundirían. Y eso tampoco. Los bancos no son como las tiendas de las esquinas. Sus dueños son los dueños del mundo. Y por eso (im)ponen sus reglas. Bueno, seguro que todo esto es una tontería, pero también son las que dice Rajoy y le escucha más gente.


1 comentario:

  1. Con menos fundamento los he visto ejerciendo de economistas plenipotenciarios (o ¿plenipotentarios?)y de banqueros... no ya de políticos, que esos son otro cantar.

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