jueves, 20 de septiembre de 2012

Twitter

Publicada el 21 de septiembre de 2012 en El Día de Castilla la Mancha .



Podría decirse que twitter es como un gran panel en donde quien quiere decir algo lo escribe en un pequeño post-it donde no caben más de ciento cuarenta caracteres. En realidad, el panel lo tiene uno en casa (el teléfono, el ordenador...) y autoriza a quien él quiera a que le pegue los post-it (tweets) que escribe. La analogía explica el asunto a mis lectores de la era pre-digital (o de cualquier otra era en la que tenga un lector): es sencillo imaginar que alguien va a la habitación donde tiene el panel, lee los mensajes que le interesan y luego, como en la vida real, le cuenta a Fulanito el chisme que le ha contado Menganito. Naturalmente, twitter se divide en quien tiene algo que contar y quien no. Desde el principio he pertenecido a los segundos. Porque creo de verdad que mis ocurrencias (de tenerlas) no interesan ni a mi gato (de tenerlo) y porque con alguna que he escrito espontéamente ha ocurrido precisamente eso. que no le ha interesado a nadie. En el lado contrario están los que creen que la gente vive pendiente de ellos. A mi tablero llegan post-it de personas que cuentan su vida a cada minuto, no entiendo por qué: «tomando un café con PeroGrullo», «entrando en el teatro», etc. Hay quien establece clasificaciones y premia a quien más fidelidad le muestra.Quien se despide de la novia informándonos (supongo que además) a todos los demás. Quien confiesa su amor o se envanece de su embriaguez, una vez que encuentra las teclas. Hay quien adoctrina y quien enlaza veinte tweets para terminar contando su novela... Entre los post-it que he leído se encuentra uno que dice que ya se ha demostrado científicamente (no todos los científicos deben de ser gente seria) que es más difícil dejar twitter que el tabaco. Y aunque no puedo comprobarlo empíricamente porque no fumo, admito que tiene algo de adictivo. Cuando uno se hace seguidor de decenas de personas diferentes, y aun opuestas, entrar en twitter es como hacerlo en una jaula de grillos, en un bar atestado, en una peluquería en vísperas de Nochevieja, en un mercado persa del que siempre es posible sacar algo, a lo mejor completamente inútil. Y eso dicen que engancha




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