Un sindicato es una cosa y una academia es otra diferente.
Por mucho que hayan evolucionado unos y otras, sus caminos difícilmente pueden
coincidir. El objetivo de los sindicatos es mejorar las condiciones laborales
de los trabajadores y el de las academias formar a la gente. Un trabajador mejor
formado seguramente tendrá más oportunidades de trabajar pero eso no tiene por
qué convertir a los sindicatos en academias.
Eso podría llevarles a tomar el control de las escuelas, por ejemplo, o
el del as peluquerías, ya que un trabajador mejor peinado tendrá más éxito en
una entrevista de trabajo que otro despeinado.
Sin embargo, sus caminos coincidieron hace un tiempo. No sé
si por iniciativa del gobierno o de los sindicatos, el caso es que aquel
decidió darles una pasta gansa a estos para que hicieran cursos de formación.
Cuando en los autobuses públicos o en la gran cartelería de las ciudades se
anunciaban UGT y CC.OO como las grandes oportunidades del futuro de los
trabajadores por la formación permanente que les proporcionaban, habría quien
pensase que eran los felices nuevos
tiempos. No era mi caso, que siempre vi con aprensión que una asociación para
defender a los trabajadores compitiese con otra como si fuesen Alcampo y
Carrefour.
Cualquiera que estuviese un poco al tanto supo enseguida
dos cosas. Una, que ese dinero (que no era poco) era la forma que tenía el
gobierno de comprar el silencio de los sindicatos cuando más se necesitase. Otra,
que el manejo de ese dinero era la ocasión para que apareciesen nuevos fondos
de reptiles, los asuntos turbios que salen cada vez que llega dinero llovido
del cielo. Porque siempre pasa así y porque dar ese dinero y no indagar mucho
en qué se hacía con él era parte de ese pacto de silencio.Todos los que ahora se rasgan las vestiduras son un hatajo enorme
de hipócritas. Los periodistas, los políticos, los capitostes de los
sindicatos, todos los sabían. ¡Si lo sabía yo, que no soy nadie!
Ahora ya estamos como siempre. Que se estudie todo. Que se
aclare. Que se depuren responsabilidades. Que dimita mi primo o que a ver si le
cargamos el muerto a uno que se haya muerto en este tiempo, como se ha hecho
otras veces, por ejemplo en algún que otro banco.O sea, que las fiestas rocieras y los maletines de imitación
no son nada más que una nueva pantomima para mantenernos activos en el deporte
de clamar al cielo, que pronto va a
sustituir al fútbol como deporte nacional. Casi me da por pensar que destapar
asuntos de corrupción es el nuevo pan y circo de nuestros días. Una nueva
maniobra de distracción para que no nos demos cuenta de hasta qué punto nos
están jodiendo .
Por cierto, también los empresarios reciben dinero para
formación, y eso que una asociación de empresarios no es una academia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario