domingo, 11 de octubre de 2015

Banderas

El otro día, un diputado de Izquierda Unida y otro de los independentistas gallegos se fueron de sus escaños en el Parlamento Europeo porque iba a hablar el rey de España, un tipo que ha llegado a rey por herencia y no por sufragio. Para que se notara que se iban, dejaron en su lugar dos banderas: una de Galicia y otra la de la España republicana. Si no, nadie se habría dado cuenta. No sé si el mensaje de estos diputados le ha llegado a los polacos o a los finlandeses, pero supongo que no y que, de haberlo hecho, lo habrán interpretado como un signo del folclorismo de estos tipos del Sur, que tienen más guasa que la madre que los parió.
Supongo que estos diputados lanzaron un mensaje para el Rey, que ya sabe que son republicanos, y para los suyos, que también lo saben y que, algunos, se sentirán satisfechos por las cosas importantes hacen con sus votos. Pocas nueces, creo. Ellos y sus votantes deberían pensar en que si tienen que llamar la atención de esa manera es que de momento tienen la batalla perdida. Lo que también saben, supongo. Y que en ese foro, aunque sus formas hubieran sido tan diplomáticas como el resto de la izquierda europea, que parece que no se fue a ninguna parte, no van a ganar un palmo de terreno. Solamente salir en la tele, pero más cerca del capítulo de sucesos que de la portada. Bueno, ellos no; las banderas. Menudo éxito.

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