domingo, 19 de abril de 2020

La España vacía, primero

Ahora que empieza a hablarse de que saldremos a la calle por partes, es hora de que los líderes de la España vacía reclamen su derecho a ser los primeros. Después de más de un mes callados como piedras, es tiempo de que renieguen de leyes que se crean y se aplican pensando que todo el país es Madrid, Barcelona o Valencia. No sé cuánto tiempo después de que se haya puesto de moda el sintagma de la España vacía, tienen que plantarse y subrayar que en España hay miles de pueblos donde viven un puñado de habitantes, donde no cuesta nada mantener la distancia social y donde los (pocos) niños que quedan pueden salir con sus padres a ver crecer la hierba y los adultos y (muchos) ancianos que viven tienen a su disposición, y después de unos cientos metros de distancia social segura, kilómetros de caminos donde pasear sin juntarse nada más que con su sombra. Los líderes (parece que ausentes) de esa España vacía tienen que hacerse oír y argumentar que en muchos pueblos (ponga usted, ministro, el límite donde quiera, pero póngalo) el confinamiento no tiene más sentido que el de igualarnos a todos los españoles sin necesidad real de hacerlo. Y que no diga nadie que se trata de solidaridad con los que viven en las ciudades superpobladas porque, cuando volvamos a la normalidad, en ellas seguirá habiendo teatros, cines, bares donde elegir, restaurantes, museos, bibliotecas, universidades y un montón de cosas que nadie traerá a la España vacía en nombre de ninguna solidaridad.

  ¿Que digo esto porque me interesa? Claro, como todo el mundo. Pero llevo razón.

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