jueves, 8 de diciembre de 2011

La apuesta

Publicada el 9 de diciembre de 2011 en El Día de Cuenca y otros, supongo.
El otro día viajé en el mismo tren que nuestra presidenta y dos personas de su séquito. Me sorprendió que no dejase de rumorearse en todo el convoy que ninguno de los tres había pagado su billete. Seguro -dije a alguien que me instó a traer el asunto a esta columna, con una demagogia impropia de mi categoría- que Su Excelencia conserva el kilométrico que utilizó cuando vino a Cuenca siendo candidata, cuando se dice que tampoco pagó billete alguno, y de todos modos, apostillé, su viaje nos sale más barato que fletar un A8 con madera de roble en el salpicadero. ¡Qué susceptibles nos hemos vuelto todos!, concluí. Fue entonces cuando me contaron, como justificando la desconfianza, que circula por internet un corruptódromo, que es un mapa de España en donde todo aquel que tiene constancia fehaciente de que se ha cometido un delito de corrupción, lo cartografía y lo detalla. Los millones de euros que los políticos y sus yernos han afanado y no piensan devolver no pueden ni contarse, pero son miles. Muchos miles de millones que, si estuvieran en su sitio, quizás hubieran dejado al BCE sin excusa para imponer los sueldos de miseria que le ha impuesto a Rajoy que nos imponga esta Nochebuena. Por otra parte, en fin, circula por la red «Hay alternativas» un libro de catedráticos prestigiosos que nadie publica porque termina con 115 propuestas para cambiar esta ruina de mundo, ninguna de las cuales les viene bien a los que mandan. El libro se reparte gratis (yo mismo se lo envío) y sería bueno echarle un vistazo. Por lo demás, mi cardiólogo y mi psiquiatra apuestan si sufriré antes un infarto o una depresión. Ambos, jugadores caballerosos, me han recomendado dejar de leer la prensa económica. «Si han de joderte no podrás evitarlo, me dicen, pero no tiene sentido que te mueras por tu cuenta antes de que lo hagan.»



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