Tengo ganas de conocer el temario de la nueva asignatura Educación para Emprendedores o algo así, eso que la prensa de ayer anunciaba como la gran idea de nuestro consejero de Educación, el economista Marcial Marín. La idea (que los estudiantes no deseen ser funcionarios y quieran ser empresarios) me parece de una candidez indigna de un alto cargo. Si los estudiantes enfocasen su futuro en función de lo que estudian estaríamos llenos de matemáticos, lingüistas e historiadores, cosa que no es así. La influencia de la educación en las personas es muy grande, pero el mecanismo no funciona como supone el economista Marín. Quienes creen con estrepitosa ceguera que Educación para la Ciudadanía era una asignatura para sacar votantes del PSOE creen ahora, con semejante desacierto, que con esta EpE o algo así la región se convertirá en una Silicon Valley poblada de votantes liberales. Creencias, por una parte, falsas y, por otra, propias de quien identifica educación con adoctrinamiento. En mi opinión, son otras las cosas que hay que cambiar en la educación pero, sobre todo, son otras las cosas que hay que cambiar en la sociedad. Por ejemplo, ni uno solo de los miembros del consejo de gobierno de la región ha sido empresario, salvo uno o dos que han ocupado algún puesto en una empresa... pública. La sociedad transmite que una carrera y el ingreso en la nómina del Estado (cuanto más arriba mejor, eso sí) son la garantía más fiable para acceder al bienestar, quizás a un cierto grado de riqueza y, desde luego, al poder. El mismo Marín, que siempre ha sido un empleado, quizás con buen sueldo, ha decidido engancharse al salario público para proclamar que lo mejor para la sociedad es hacer aquello que él no ha hecho. Ejemplar, sin duda..
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