Publicada el 12 de octubre de 2012 en El Día de Castilla la Mancha .
El asunto es más o menos así. Usted pide una hipoteca a Bankia y, si no
puedo devolverle el dinero con sus intereses, Bankia le quita la casa y
el sueldo del resto de su vida. Y lo hace con el apoyo del Estado. En
cambio, Bankia pide dinero a un banco alemán, francés o chino, da igual,
y, si no puede devolvérselo, somos a usted y a mí a quienes el Estado
obliga a entregárselo a los prestamistas, aunque ni siquiera supiésemos
que existía una cosa que se llamaba Bankia. ¿Usted lo entiende? Cuando
De Guindos dice que es muy importante que las cosas sean así no se pone
colorado ni nada, seguramente porque ha trabajado siempre en el ramo y
tiene una visión desvirtuada de la sociedad. Así como los maestros, que
no salen jamás de la escuela, creen que es importantísimo que todos los
chicos sepan las cosas inútiles que a ellos les sirvieron para ganarse
la vida, así los banqueros creen que esa cueva de ladrones que se llama
sistema financiero resulta imprescindible para el país. Si el ministro
de Economía es un banquero, lo normal es que vea el Estado con ojos de
banquero. Quizás si para enterrar a un muerto cualquier vale menos un
sepulturero, como decía León Felipe, para ser ministro de Economía
cualquiera vale menos un banquero. De momento, lo contrario no parece
ser cierto, así que lo mismo nos interesaba probar con un experto en
otra cosa. Algún humanista, por ejemplo. Alguien que vea que el Estado
somos personas y no oportunidades de negocio. Claro, que no es fácil que
esto ocurra si el que tiene que ponerlo es un registrador de la
propiedad, de cuyas filas han salido los últimos cien recorguinnes de
tíos sosos y aburridos. En fin. Mañana hay otra manifestación, una
cacerolada contra los bancos que quitan casas y luego no pagan sus
deudas y nos pringan a los demás. Y el domingo estamos convocados a otro
gesto de resistencia. El Intermedio nos anima a ocupar nuestras casas a
las siete de mañana. Todos en casa para protestar contra los recortes.
No podemos faltar.
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