viernes, 16 de noviembre de 2012

Huelga final

Publicada el 16 de noviembre de 2012 en El Día de Castilla la Mancha .

El miércoles hice mi última huelga. Lo escribo ahora porque queda mejor que haberlo hecho el martes y para no repetirlo más. Quien en el futuro quiera conocer mis razones que acuda a las hemerotecas.
Hoy las huelgas no sirven para nada y menos todavía las huelgas generales. Antaño eran un escándalo, un pulso, un reto, un órdago. Una huelga salvaje que podía acabar con los trabajadores en la miseria o el cementerio también podía poner al empresario al pie de los caballos.
Hoy es una rutina prevista por los presidentes. El resultado de la huelga ni siquiera se ventila en los medios de comunicación porque aquí cada uno ve su tele y lee su periódico y nadie escucha algo distinto a lo que quiere oír. Un gobierno decente ofrecería datos imparciales que ayudarían a que la gente se formase su criterio pero ninguno es lo primero y a ninguno le interesa lo segundo.
El miércoles hice huelga para apoyar simbólicamente a quienes están peor que yo y tiraron para adelante, a esa parte de la sociedad civil que ayuda a los muchísimos que este sistema asesino está dejando en la cuneta. Pero ese apoyo simbólico no les servirá para nada.
A mis jefes les trae al fresco que haga huelga. Mis clientes están encantados de que no aparezca por la tienda y sus padres ni fu ni fa. Muchos no consideran una gran pérdida que los chicos falten a clase durante la vaquilla, jueves lardero, un par de días al final de cada trimestre, cuando se quedan a estudiar otro examen... así que un día menos es solo un día más.
O sea, que no salimos de lo simbólico, y me he cansado de que cada acto simbólico me cueste una pasta sin que beneficie a nadie. Se acabó. Protestaré de otras maneras, pero no con una huelga, y, si creo que el motivo lo merece, donaré el sueldo de un día a una oenegé de las que tiene gente que se deja la piel en el camino.
Por último, aprovecho para informar a los empresarios, desde la hiena Rosell hacia abajo que el mes que viene no haré más gasto suntuario que echarle gasolina a la moto. Los símbolos hay que compartirlos, como la bandera y otros parecidos.

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