sábado, 7 de diciembre de 2013

El saludo del sire

Me da que la mayoría de los españoles estaba más al finde largo que al significado de la  Constitución, que  no es sino esoterismo puro: el derecho al trabajo y la vivienda digna, la igualdad ante la justicia, la separación de poderes, qué se yo. Mientras los políticos discutían si hay que cambiarla  o no para añadirle fenómenos paranormales, los ciudadanos que tendrán extra de Navidad lo celebraban tomando el sol en Benidorm y los que no, miraban los escaparates de Preciados, unos y otros, eso sí, saludablemente ajenos a la discusión. Solo unos pocos han demostrado un cierto interés en el asunto, si bien más en la cáscara que en el meollo. Aunque hay quien dice que lo que .ayer llevó a unos cientos de madrileños a la puerta del Congreso fue el afán de ser testigos del hecho histórico de que todas sus señorías fueran a trabajar, siendo viernes como es, parece más fácil que lo hiciesen movidos por la curiosidad de verlos vestidos de tiros largos. Esto reduce a los congresistas a personajes más dignos del Hola que de El País o -peor aún- a los ciudadanos en un puñado de súbditos esperando recibir de sus gobernantes un saludo displicente.

Lo importante de la fotografía de Rajoy no es, sin embargo, su sonrisita de rey absolutista, sino la  alta probabilidad de que la exhiba porque se sabe a salvo de la chusma, contenida por la policía más lejos que de costumbre para que no pueda contaminar al sire por respirar el mismo aire que él. Lo cierto es que ni siquiera en un día como hoy, se fían los políticos de las intenciones de los ciudadanos cuando se acercan al Congreso. Pero no parecen darse por aludidos y, como si nada ocurriese, mientras se les llena la boca de servicio al ciudadano, se reúnen protegiéndose de él.

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